Uno por uno
Mis ganas de acabar con esos pretendientes, cada vez se apoderaban más de mi, así que, llegó el momento, y entre Telémaco Penélope Atenea y algunos de mis sirvientes, fuimos quitando de por medio a los pretendientes, yo, me quedé más que a gusto. En ese momento, yo necesitaba con toda mi alma abrazar a mi preciosa mujer, pero tenía que acordarme de que aún no le había desvelado mi identidad, al hacerlo, siguió sin creerme, y decidió hacerme una pregunta, para asegurarse, me pidió que durmiera en nuestra cama, a lo que yo, más seguro que nunca, le respondí explicándole la razón por la que no podían sacarla, nuestra cama, está sobre un olivo, vivo. A ella se le iluminó la sonrisa tan perfecta, y yo vi oportuno el momento para abrazarla con todas mis fuerzas, en ese momento me sentí el hombre más afortunado, por reunirme de nuevo con mi familia y mi querida Ítaca.
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